Con sus branquias en forma de plumas, sus colas relucientes y sus caritas sonrientes, los axolotes han ganado muchos admiradores en los últimos años. Los axolotes conservan sus rasgos juveniles a medida que envejecen. Gracias a la ternura que provocan y sus apariciones en videojuegos, los axolotes se han convertido en una opción cada vez más popular como mascotas.
Pero los axolotes son algo más que caras bonitas. Cuando se lastiman, pueden regenerar miembros, órganos e incluso partes de su cerebro. Los científicos estudian este superpoder con la esperanza de encontrar algún día cómo podría servirles a los humanos.
Esta es solo una de las razones por las que los investigadores se apresuran a salvar a los axolotes. Unos Científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se centran en el lago de Xochimilco. Situado cerca de la Ciudad de México, este lago y sus canales son el único lugar donde los axolotes viven todavía en libertad. El lago Xochimilco fue un paraíso para los axolotes, repleto de peces, renacuajos y otras presas.
Pero a principios del siglo XX, la población de Ciudad de México comenzó a crecer. Con el auge demográfico, el lago se contaminó. Los constructores drenaron y pavimentaron gran parte de los humedales para construir carreteras y edificios. Y el gobierno añadió al lago nuevos peces, como carpas y tilapias. Los peces se alimentaban de huevos de axolote.
Las singulares salamandras comenzaron a desaparecer. Hoy en día, quedan menos de 1,000 de ellas en libertad.