Locos como murciélagos

Empezaba a oscurecer y Jeff Reder se dirigía a un granero cerca de Hancock, Nuevo Hampshire. Con lápiz y papel en mano, comenzó a contar —murciélagos, claro.

Reder es uno de tantos ciudadanos científicos que han ayudado a los investigadores este verano. En Nuevo Hampshire y otros estados, estos voluntarios rastrearon murciélagos para averiguar el tamaño de sus poblaciones. Todo forma parte de un esfuerzo por salvar a los murciélagos de una enfermedad mortal, llamada síndrome de la nariz blanca (SNB).

Estos animales alados pasan el verano en lugares cálidos, oscuros y tranquilos, como los graneros. Por la noche alzan el vuelo en busca de comida y bebida. Es entonces cuando el recuento de murciélagos se complica.

“A primera hora de la tarde se pueden ver —explicó Reder—. Pero a medida que oscurece y vuelan hacia los árboles, no hacia el cielo abierto, es más difícil contarlos”.

Una enfermedad mortal

El SNB debe su nombre a un hongo con pelusa blanca que aparece en la nariz de los murciélagos infectados.

La enfermedad hace que los murciélagos se pongan más activos de lo habitual. Así que queman la grasa que necesitan para sobrevivir al invierno. Muchos murciélagos se congelan o mueren de hambre. Desde que se descubrió por primera vez el SNB en EE. UU. en 2006, ha matado a millones de murciélagos en todo el país. 

Algunas personas ven a los murciélagos simplemente como seres espeluznantes. Pero los murciélagos desempeñan un papel importante en el medio ambiente. Comen plagas como escarabajos y polillas, que pueden destruir los cultivos. Los murciélagos también esparcen semillas que ayudan a más de 300 tipos de fruta a crecer, como plátanos y aguacates. 

Los investigadores usan la información de los recuentos que hacen los voluntarios para determinar las zonas donde los murciélagos necesitan más ayuda. Y los expertos esperan que el recuento aumente todos los años, lo que indicaría que los murciélagos están en vías de recuperación.