Trabajos al límite en la historia

Si no has querido hacer las tareas alguna vez, ¡imagínate cómo debió de sentirse esta gente! Estos son tres de los trabajos más extraños y peligrosos de todos los tiempos.

Escoge tu veneno

Si tienes hambre, seguro que le hincas el diente rápido a tu pizza o hamburguesa. Pero a lo largo de la historia, algunos gobernantes fueron mucho más precavidos.

Muchos reyes y reinas temían que sus enemigos trataran de envenenarlos. Antes de que una comida llegara a la mesa de la realeza, hacían que los catadores de comida comieran o bebieran un poco para asegurarse de que no había peligro. ¡La única esperanza de los catadores era que nadie quisiera matar al rey o reina ese día!

Hubo un catador al que claramente no le gustó su trabajo. En el 54 a.C., el emperador romano Claudio murió tras comer algo envenenado. ¡Su catador de comida Halotus fue uno de los sospechosos principales!

Luchadores temerarios

Hace unos 2,000 años, los gladiadores eran los deportistas estrella de la antigua Roma. Las arenas se llenaban de gente que iba ver luchar a estos hombres. Algunos gladiadores eran prisioneros o esclavos obligados a luchar. Pero otros querían hacerse famosos. Los gladiadores populares se hacían ricos y famosos.

Durante los combates, de unos 15 minutos, los gladiadores se enfrentaban con lanzas y espadas. 

Aunque la mayoría de los gladiadores sobrevivía un día más, algunos luchaban hasta la muerte. Si uno estaba demasiado herido para seguir luchando, el emperador podía hacer que lo mataran.

En busca de sangre

En el siglo XIX, muchos médicos tenían una forma especial de tratar a sus pacientes. ¡Utilizaban sanguijuelas! Creían que estos gusanos chupadores de sangre eliminaban la enfermedad del cuerpo de una persona.

Los recolectores de sanguijuelas se metían en los lagos con las piernas al aire para que las sanguijuelas los picaran. Cuando las sanguijuelas se empachaban de sangre, caían de nuevo al agua. Luego, los recolectores las recogían para vendérselas a los médicos.

Pero las sanguijuelas solían causar más problemas de los que resolvían. Algunos recolectores perdían tanta sangre que se desmayaban. Otros sufrían graves infecciones por picaduras de sanguijuelas.