Si tienes hambre, seguro que le hincas el diente rápido a tu pizza o hamburguesa. Pero a lo largo de la historia, algunos gobernantes fueron mucho más precavidos.
Muchos reyes y reinas temían que sus enemigos trataran de envenenarlos. Antes de que una comida llegara a la mesa de la realeza, hacían que los catadores de comida comieran o bebieran un poco para asegurarse de que no había peligro. ¡La única esperanza de los catadores era que nadie quisiera matar al rey o reina ese día!
Hubo un catador al que claramente no le gustó su trabajo. En el 54 a.C., el emperador romano Claudio murió tras comer algo envenenado. ¡Su catador de comida Halotus fue uno de los sospechosos principales!