La noche del huracán Helene dormimos en el sótano. Solo oíamos el viento y la lluvia. Era muy, muy fuerte. La tormenta fue más fuerte de lo que habíamos previsto, y tenía miedo.
Nos quedamos sin luz, sin celular y sin agua corriente. Nuestra única conexión con el mundo exterior eran las noticias locales en una radio de baterías.
Las ramas habían derribado el tendido eléctrico. Un árbol bloqueó la carretera. No salimos del barrio en tres días.
Cuando al fin fuimos al centro, parecía como si hubiera estallado una bomba. Los puentes se habían derrumbado. Los postes telefónicos estaban hechos trizas.
Mi familia tiene una tienda de bicicletas de alquiler. El edificio estaba inundado hasta la segunda planta.
Un amigo de la familia encontró un apartamento donde nos podíamos quedar en Floyd, Virginia. Estuvimos como un mes yendo y viniendo mientras mis papás trataban de poner en marcha nuestro negocio. Fue sestresante. Menos mal que por fin estamos en casa.
A todos los afectados por el huracán, ánimo y a seguir adelante. Todo saldrá bien.