Las condiciones en el Éverest son brutales, y hay peligro a cada paso. La caminata hasta la cima puede durar varias semanas. Además, el tiempo es impredecible y duro. Las temperaturas cerca de la cumbre están siempre por debajo del punto de congelación.
A unos 26,000 pies, los alpinistas entran en lo que se conoce como la Zona de la Muerte. El aire tiene poco oxígeno, por lo que la mayoría de los alpinistas llevan máscaras de oxígeno. Aun así, pueden sufrir el mal de altura. Esta enfermedad les debilita y confunde, y puede ser mortal.
En el último siglo, más de 320 personas han muerto en el Éverest. Entre ellas, más de 100 sherpas. Los sherpas corren un riesgo mayor que otros alpinistas porque atraviesan varias veces los tramos más peligrosos.