La pala de Yang Zhifa chocó con algo duro. Era marzo de 1974. El campesino cavaba un pozo en un huerto en China central. Miró hacia abajo y vio que había golpeado un trozo de arcilla que parecía la cabeza de un hombre. Yang aún no lo sabía, pero acababa de hacer uno de los mayores descubrimientos arqueológicos de todos los tiempos.
Yang había encontrado una estatua de un soldado de tamaño real hecha de terracota, o arcilla cocida. Resultó ser el primero de muchos. En las décadas siguientes, los arqueólogos descubrirían todo un ejército de guerreros de terracota en la zona.
Los expertos quedaron asombrados de lo detalladas que eran las estatuas. No había dos iguales. El ejército, que data de hace más de 2,200 años, estaba enterrado en enormes fosas. Parecía que los soldados se preparaban para la batalla, algunos montados en caballos y carros.
“Son una prueba increíble de cómo habría sido un ejército”, dijo la historiadora Jessica Rawson. Es profesora de la Universidad de Oxford, Inglaterra. Rawson vio las estatuas de cerca en 1975 y ha visitado el yacimiento varias veces desde entonces.
Cincuenta años después del descubrimiento, los investigadores afirman que los guerreros aún guardan muchos secretos.